sábado, 5 de abril de 2008

Tiempo


Tiempo que he perdido junto a tí, tiempo que no voy a recuperar...ç


Vivir una vida apasionante es síntoma de tener un culo inquieto, pero ¿qué ocurre cuando se nos acaba la pasión, la fuerza para vivir? No es mi caso, solo quiero saber que todo lo que hago tiene un sentido, más o menos, adiós a las grandes espectativas, adiós a los grandes afectos, a las grandes esperanzas, vida significa vida, y no más, una serie de acontecimientos que ocurren entre el momento en que nazco y el momento en que muero.

Las enseñanzas dicen: "Vivir para el momento cumbre", esto ya no tiene sentido, ¡el momento es ahora! El mundo te sonrie cada mañana y no sabemos cuando va terminar, sólo tenemos que abrir nuestra ventana y ver que una luz maravillosa invade nuestro alrededor.


¡Qué bonito!


Cuantas cosas nos han contado siempre. En fin, que nada de esto que nos llevan contando desde que eramos niños se ha cumplido y ahora nos vemos encerrados en un trabajo que condiciona nuestra existencia, al servicio de gente a la que no hemos visto el rostro jamás y sobre todos tenemos que estar agradecidos por tener esta mísera existencia. Somos las ratas que habitan nuestras pesadillas, estamos en un enorme laboratorio, dónde manipulan nuestros actos. Hemos visto cómo nos han vendido nuestra vida, piensa... ¿qué haríamos sin dinero? trabajamos para poder comprar, compramos para poder trabajar, es lo que se lleva. Es un sistema que se retro alimenta: La comida entra por mi boca, sale por mi culo y vuelve a entrar en mi boca para salir por mi culo y... así hasta el infinito.


Vivimos confinados, pero...

¡¿qué hay de mi libertad individual?!¡Joder! ¿por qué no valgo más de lo que gano? Es horrible ver como la dignidad se ha convertido en una cuestión monetaria, en una escala económica: "Pague, pague y elija el culo que quiera follar" Ese es el precio a pagar, no soy más que un autómata, no soy más que ese cadáver que sirve, que camina con la mirada fija en el vacío y que no tiene más que continuar el camino trazado por otros. En mi automatismo se encuentra la clave de mi caída. En nuestro automatismo se encuentra la clave de nuestro declive.


Tiempo, el tiempo de volver al intisto primario, el de la supervivencia, el tiempo de comprobar que no hay diferencia entre el Holocausto (la muerte física) y la sociedad del siglo XXI (la muerte del alma).

Somos como animales encerrados en una granja, no tenemos espacio y nos empujamos los unos a los otros, vivimos a expensas de un tirano que nos trae cada día su alimento, que nos permite vivir, hasta el momento en que hemos adquirido nuestro punto optimo de crecimiento y entonces, entonces pasamos por el matadero.

Si dibujaramos el retrato de un hombre, un hombre genérico, en este tiempo, el resultado sería más parecido a un maniquí (sin ojos, sin nariz, sin boca, brazos rotos, pies clavados) que a lo que un día fue... si es que un día fue. El hombre genérico, no el hombre como género.


¿No es cuanto menos inquietante?